Chester Brown sale del último armario

Pagando por ello, memorias en cómic de un putero.

Ediciones La Cúpula acaba de publicar la última novela gráfica de Chester Brown. El autor canadiense hace una biografía extensa, 300 páginas, de cómo se ha convertido en usuario de servicios de prostitución, de manera deseada, exclusiva y consciente. El lector que esté buscando una obra erótica se va a encontrar con un cómic que ni siquiera se acerca a este género.

Pagando por ello comienza como una slice of life clásica, el autor-protagonista sufre el abandono por parte de su pareja sentimental. Este arranque que resulta tan poco atractivo se va transformando en el que va a ser el mejor cómic de este año y uno de los mejores de la década. El slice of life, narrar fragmentos autobiográficos, es un género que se parecía copiarse a sí mismo en las múltiples obras de adolescentes inadaptados y depresivos que juegan con el alcohol y las drogas, y sufren en el amor. A pesar de que es satisfactorio leer a autores como Julie Doucet, Jeffrey Brown, James Kochalka o Craig Thompson la fórmula parecía llegar al agotamiento.

Fue Alison Bechdel con su excelente Fun Home (Reservoir Books, 2009) quien dió la señal de que el slice of life podría llegar a su mayoría de edad. Es un género que ha venido marcado por la constante autoexposición de la singularidad y la carencia de análisis. Un buen amigo lo resumía como: “Soy muy especial, ¡mirádme!” Fun Home y ahora Pagando por ello acaban con esta monotonía para tocar temas cada vez más complejos e incomódos.

Chester Brown es ahora un putero y no se avergüenza de ello. Para él no es una debilidad y mucho menos un vicio o una adicción, es una opción para vivir su sexualidad que le parece tan digna como tantas otras. Cuando el relato arranca tiene una pareja y comparten vivienda. Un día su novia le comunica que desea abandonar la relación porque siente deseos hacia otro hombre. Ella comienza su nuevo noviazgo, mientras, Chester y ella siguen compartiendo el apartamento felizmente ante el estupor de sus amistades.

Chester cree que el amor romántico es algo que realmente no beneficia su vida. Se siente satisfecho con su nueva soltería. El deseo de afecto y compañía está cubierto por sus relaciones de amistad y se da cuenta de que el enamoramiento, algo que se considera imprescindible, nunca le ha dado  algo tan básico como es la felicidad. La reflexión se nos presenta pormenorizada en una serie de diálogos con sus amigos que consideran su situación como inaceptable y autodestructiva. Comparte piso con su ex y su nuevo novio! Básicamente cuestionan su salud mental.

Pero el autor, lejos de ceder a las presiones, persiste en el tiempo y comprueba que se siente más contento y realizado de lo que nunca ha estado en su vida. Como desea tener relaciones sexuales opta por la prostitución.

En lugar de ocultarlo decide compartir su opción con sus personas más cercanas: su compañeradepiso-exnovia-amiga y también con el resto de su indignado círculo. Es aquí donde la obra se muestra cada vez más original e interesante. Los múltiples juicios éticos que recibe desde posiciones progresistas y conservadoras abarcan todo el abanico de lugares comunes que se asocian a la prostitución. Se muestran abiertamente desde los rechazos más viscerales a los más meditados. Antes todos ellos el autor contrasta unas reflexiones, experiencias y sentimientos que fundamentan su opción. La historia nunca se vuelve previsible y en todo momento te mantiene enganchado. Las escenas con las prostitutas son de una honestidad sorprendente. Cualquiera que haya estado con una prostituta, yo mismo, podrá reconocerse en algunos de los pensamientos que aparecen y que rara vez has visto representados.

2

El dibujo sigue una linea clara y fría, mucho más allá de lo que es habitual en autor. La composición de página es rígida. Las imágenes transmiten una serenidad cruda. Así todo el grafismo esta en función de un texto que es preponderante en esta novela. Tanto, que al final de la historia tenemos un apéndice extenso donde junta toda la información que las secuencias gráficas no le han permitido colocar. Con estas armas Chester Brown ha abierto uno de los últimos armarios para un público masivo que no sigue los estudios de género más contraculturales. Y lo ha hecho de forma clara, brillante y amena.1

Ya hace muchos años que importantes autoras feministas hacen nuevos análisis sobre la sexualidad y sus profesionales. Y estos a menudo divergen, y mucho, de las autoras clásicas. Sus obras van más alla de la clásica dualidad víctima-verdugo y reconocen la dignidad de los trabajadores sexuales y de sus clientes. Algunos ejemplos encontramos en obras de Virginie Despentes, Itziar Ziga Maria Llopis o Diana Junyent que abogan por otro mercado sexual donde las personas adultas se relacionen como deseen y sean respetados. Pero estos enfoques sobre sexualidad, hasta ahora han quedado en la marginalidad.  No han encontrado reflejo en la realidad política y tampoco en artistas de gran difusión. Chester Brown, es un autor famoso y visible que se reconoce abiertamente como consumidor de servicios sexuales. Sale del armario.

3

Hasta ahora la percepción general de trabajo sexual en las obras de gran consumo y difusión ha seguido un perfil muy similar al que recibía la homosexualidad a mediados del siglo XX. Resulta muy clarificador el documental de 1995 El celuloide oculto. Este trabajo nos muestra el tratamiento a los personajes homosexuales en las películas de Hollywood desde sus comienzos hasta los noventa. De forma hábil y concisa vemos cómo los personajes homosexuales están condenados. Casi siempre tienen evidentes trastornos mentales, están marginados, son infelices y tienen una muerte temprana a causa de su condición. Este excelente documental nos repasa personajes tan paradigmáticos como el Platón de Rebelde sin causa, el Messala de Ben-Hur o la inquietante Señora Danvers de Rebeca. Poco a poco vamos viendo la evolución a lo largo de las décadas: Pasan de ser siempre personajes psicóticos o terroríficos villanos a poder ser también  personajes cómicos. Mas adelante ocupan un abanico más amplio y no siempre advierten a los espectadores que la homosexualidad conlleva un destino desgraciado. Bueno, donde el Hollywood de los cincuenta decía: Muere maricón. Hoy dice: Muere puta.

Los personajes que representan a las trabajadoras sexuales y sus clientes son siempre personas locas o en serias crisis. Y digo trabajadoras y clientes porque como ocurría con los personajes homosexuales femeninos en el cine, las clientas aparecen como algo sumamente excepcional. Apenas la lamentable pero entrañable American Gigolo, de Paul Schrader (1980)  o la más interesante La clienta, de Josiane Balasko (2008).

Las historias entre prostitutas y clientes son casi un género en si mismas. Tenemos a la incasable Pretty Woman: El amor romántico que redime a la infeliz prostituta y al frio capitalista. O la dramática Living Las Vegas con dos protagonistas algo más que en crisis. O, por que no? Monster con su tierna y terrible protagonista. Hay muchas y muy buenas películas que tratan este tema, pero su calidad no resta para que haya una pauta clara. Hay una sola visión sobre el tema, si contratas prostitutas y más, si eres una de ellas, no llevas un buen camino, deberías ver a un psiquiatra, tienes un problema. Lo que has de hacer es buscar el amor o acabarás mal.

Como último ejemplo podemos poner a la francesa Natalie X, donde un matrimonio en crisis recupera la comunicación cuando una prostituta conforma con ellos un curioso triángulo por algún tiempo. Los americanos deciden hacer un remake, Chloe, la película es semejante en todo excepto en el final: El en esta versión la prostituta en realidad está perturbada así que cuando prescinden de ella intenta matarlos y muere.

Las pocas variantes que podemos encontrar a este tratamiento temático pasan por  The girlfriend experience de Steven Soderbergh o la serie británica Secret Diary of a Call Girl.

La prostitución en las comedias ligeras americanas es un universo tentador donde está justificado entrar. Eso sí, si eres joven y alocado. Solo una estupidez antes que llegue lo que de verdad te hará feliz: El amor de pareja.

Pero el amor no es bueno ni imprescindible para todo el mundo ni en todas las fases de su vida. Ya sea por elección, trabajo o estilo de vida hay gente que que no puede o no quiere tener una relación de pareja. Está gente debería poder optar por buscar sexo en un mercado profesional legal y libre. Los profesionales del sector deberían poder trabajar libremente y el tiempo que decidan sin ser sin llevar unos ni otros un estigma que no merecen. Con Pagando por ello os vais a encontrar con una historia de prostitución extraña. No hay grandes crisis, no hay pasados oscuros, tampoco redención. Por no haber no hay ni siquiera morbo. Solo gente adulta que utiliza su sexualidad como cree más conveniente. Si no estas de acuerdo con esto, quizás deberías leer a Cherter Brown, lo cuenta estupendamente.

 

Texto: Ismael LLopis

Be first to comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.