Confrontation

Hace 31 años, la Unión Soviética se derrumbó y Ucrania obtuvo su independencia. El nacimiento de un estado recién independiete fue un punto de inflexión en varios ámbitos de la vida, incluyendo los culturales. La cultura en todas sus vertientes empieza a tener un impacto importante en la formación de la personalidad desde la adolescencia y determina el vector del desarrollo humano como una sub-unidad de la sociedad. Los adolescentes de los 90, es decir, de esa época, se hallaron en una trampa, a medida que la degeneración de la sociedad supuso la degeneración del sistema de valores. Sin embargo, desde tiempos inmemoriales, el desarrollo de la cultura puede emprender dos rumbos: seguir el flujo de las masas, o de las élites; y en cada caso la sociedad misma predetermina exactamente qué tendrá que ver con cada una de esas orientaciones. Por regla general, las bases son siempre las mismas: la cultura de masas ofrece “pan y circo”, y la élite, “comida para el cerebro”. Solo cambia el contenido, adaptándose a su relevancia en ese momento concreto. 

La cultura de élite siguió prácticamente igual, mientras que la cultura de masas experimentó cambios importantes, porque la negación del sistema social del estado partido, que incluyó Ucrania durante 70 años, revivió sentimientos de ultraderecha enterrados tiempo atrás, que pasaron a formar parte de los nuevos valores culturales. En nuestra época actual, los adolescentes de los 90 ya se han hecho mayores, y, siendo los pioneros de la “nueva cultura”, han tenido un impacto sustancial en la formación de un instrumento social, así como también en el desarrollo de la generación más joven. Nuestros hijos e hijas juzgarán el impacto de la herencia cultural transformada, y las consecuencias de su renacimiento, y nosotros solo debemos ser los espectadores de esta actuación histórica.

 

Fotos: Vyacheslav Onishenko

Texto:  Maya Makeeva

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