Les Rencontres d’Arles 2021

En la localidad de Arles, al sur de Francia, se celebra del 4 de julio al 26 de septiembre el festival de fotografía más emblemático de Europa. Fundado en 1970 en esta pequeña localidad por el fotógrafo Lucien Clergue, el curador Jean-Maurice Rouquette y el escritor Michel Tournier con el objetivo de dar a conocer el trabajo de fotógrafos internacionales que han alcanzado relevancia en su campo. Año a año este acontecimiento ha alcanzado una inmensa relevancia y es lugar de visita obligada para profesionales y aficionados a la fotografía. Durante dos meses y medio miles de espectadores acuden a exposiciones, seminarios, debates, conferencias y fiestas. El fotógrafo Fran Berbel nos trae una crónica escrita y una extensa galería de su paso por el festival: 

Visitamos el planeta foto, una población llamada Arles donde la fotografía es algo más que una religión, una militancia o una forma de ver la vida. Arles es fotográfico y todo gira alrededor de la fotografía, ninguna otra población del mundo da tanta importancia al hecho fotográfico. No es sólo «Los encuentros de Arles» (Les Rencontres d’Arles) el mejor festival de fotografía de Europa, sino que en esta localidad hay muchas galerías dedicadas a ella: el metro cuadrado fotográfico es aquí de una concentración muy superior a cualquier otro sitio de nuestro querido pequeño gran planeta. La mayoría de hoteles y de restaurantes tienen su propia exposición, los museos también, las galerías privadas (las hay en cantidad y calidad) te dejan realizar visita sin pegas. Si observas con atención, percibirás en sus calles cartelería fotográfica anclada en las paredes por toda la población, sobre todo en su maravilloso casco antiguo, y por supuesto, encontrarás fotos colocadas en paredes.

Existen también fotógrafos extremos que colocan sus obras pegadas con algún adhesivo cementoso para que la lluvia y el sol no las deteriore. Acompañado de mi mujer (a quien no le interesa el mundillo fotográfico, pero si le gusta Arles y Francia en general) aterrizamos con nuestra nave (Opel Astra) y colocamos nuestro equipaje ligero, pero abundante, en el hotel Atrium (bastante céntrico) y bajamos a investigar la zona. Validamos los pases y visitamos las primeras exposiciones que hay en la Plaza de la República. Es poco probable y totalmente normal que no todas las exposiciones sean del agrado del visitante, encuentras de todo un poco, y en ese sentido no quiero hacer de crítico; pero lo que si mantiene Arles es su estilo en cuanto a los espacios expositivos que de alguna manera diría de algunos de ellos que son mágicos, y esa mística que los hace mágicos está vinculada a la antigüedad de sí mismos: hablamos de viejas iglesias, mansiones, palacetes perfectamente conservados y perfectamente preparados para acoger las más de 50 exposiciones.
 
Algunos de estos espacios son de una magnificencia difícil de explicar. Si te apasiona todo lo referente a la fotografía no te pierdas esta fiesta, pero atento, porque eso sí… crea adicción. Esta es mi novena visita, me gusta pasear por sus calles y meterme en su espacios a ver las fotos y también la reacción de las personas que ven las fotos, de pronto alguien se detiene delante de una imagen durante varios segundos, fotografían la foto, algun@s ladean la cabeza como queriendo ver más…
 
Me parece que los tres días que estuve ahí fueron pocos y que no me permitieron ver las cosas de una manera sosegada: quiero verlo todo y no perderme nada, pero hay cosas que se escapan, alguna expo que no ves y eso te crea una cierta ansiedad. Soy de los que lleva la cámara y hace fotos de casi todo aquello que me llama la atención, hago fotos de las fotos y de la personas que a su vez también hacen fotos, me interesa la atmósfera que allí se respira, pero también me interesa el Ródano, la Plaza de las Arenas y el anfiteatro. Por supuesto este año para mí la gran novedad fue el Luma y la escuela superior de fotografía (ambos estaban en construcción en mi última visita); de la escuela no sé por qué esperaba algo más, del Luma no imagine algo tan monstruosamente alumínico, pero interesante al mismo tiempo. Los atelieres han sufrido una transformación interesante, por eso digo que al menos como mínimo cinco días estaría mejor que tres, los romanos pasaron allí mucho tiempo y Vicent no todo el que se merecía… Arles te atrapa con facilidad.
 
 
 
 

Fotos y texto: Fran Berbel 

Texto introductorio: Carolina Hernández

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