Bill Vollmann es uno de esos personajes surgidos de la literatura norteamericana prácticamente inclasificables, de porte confuso y con una obra quilométrica que se pasea por todo tipo de derroteros temáticos y geográficos: inuits, talibanes, putas, nazis, vikingos. Todo vale: ficción histórica, ensayo, periodismo investigativo. No es necesario argumentar, pues, que es imposible concentrar su imaginario literario e ideológico en una charla de apenas una hora de duración a cargo de su amigo Juan Francisco Ferré, en el marco del Kosmopolis y bajo el título de “literatura al límite”. A continuación, reproducimos la voz de Vollmann; sus comentarios a varias de sus obras más famosas, a modo de referencia.
An Afghanistan Picture Show: Or, How I Saved the World
En 1979 leí que la URSS había invadido Afganistán, noticias que desaparecieron de los periódicos en menos de dos semanas. A todo el mundo le daba igual; al ser joven, yo me sentí confuso y con ganas de respuestas – quería ayudar. Así pues me fui ahí y de forma muy patética pillé una fuerte disentería amebiana – e incluso con mis alimentos y mis buenas botas, esa gente me ayudó, débiles por el Ramadán y con los pies sangrantes. ‘La próxima vez, enviad americanos fuertes’, murmuraban. Nunca había disparado ningún arma y por supuesto la decepción fue magna cuando me entregaron un Kalashnikov. Fue un torbellino de humillación y vergüenza ante esta gente tan sedienta de sangre; no querían medicinas, no querían alimentos, querían armas. La lección de todo esto: es mucho más fácil dañar que ayudar. Ayudar sin tener el conocimiento es muy, muy difícil. Y evidentemente, por entonces la URSS era el enemigo y ellos las víctimas, y ahora a esta gente los vemos como villanos, aunque todos sabemos que no han cambiado como personas.
Rising Up and Rising Down
Después de pasarme años en campos de batalla y bibliotecas polvorientas, investigué las razones detrás de la violencia, intentando establecer un cálculo moral. Creo que uno tiene derecho a defenderse, ya sea con violencia o no. El problema recae en cuán diferentes son los conceptos que merecen esa defensa. Por ejemplo, la mutilación genital femenina, un claro enfrentamiento entre una defensa contra la violencia y una defensa de unos valores culturales o religiosos. Yo tengo armas en mi casa; en los EEUU hay una clara fisura rural/urbana. En el campo, se llevan armas por cuestiones de autodefensa inmediata: para defenderte del ataque de un oso. En la ciudad encontramos el otro extremo, con bandas callejeras que portan armas de forma indiscriminada. Es difícil poner los límites.
The Atlas / Riding Towards Everywhere
Estoy bastante en desacuerdo con Whitman, pero lo admiro, especialmente cómo plantea su ideal de América: ‘cada persona puede ser ella misma’. La vastedad de este continente para explorar. La verdad es que nunca fue un espacio infinito ni propio de los americanos, el crecimiento de los EEUU ha sido un relato de terror. Sin embargo, no puedo evitar sentir cierta inspiración romántica. Me avergüenzo de las acciones de mi gobierno, pero aún me resisto a darme por vencido, a dejar de considerarme americano. Kerouac es también una influencia clarísima. Me pasé una temporada en trenes de mercancías, con tal de intentar entender este estilo de vida. Muchas veces los raíles no siguen las carreteras, así que en muchos de los tramos miras el paisaje y tienes la sensación de estar en el siglo XIX.
Seven Dreams
Inspirado en la metamorfosis de Ovidio, quise enfrentarme a las transformaciones que ha sufrido América –cada una representa el choque entre un grupo de nativos y Europeos, empezando con los descubrimientos de los nórdicos que llegaron a Terranova. Todos los relatos tienen el mismo final gris. He reescrito la historia de Pocahontas, así como también he querido hablar de la llegada de los rifles de repetición al territorio inuit, que fueron responsables de una hambruna masiva (se mataron millones de caribús). Pasé una temporada con los inuits –pensé que al gustarme el sashimi, no sería tan malo comer aves crudas. Ni tampoco carne de foca congelada, que engullen como si fuera un helado. No olvidemos, al fin y al cabo, que el término ‘esquimal’ significa ‘comedor de carne cruda’.
Europe Central
Me planteé cómo sería ser un joven en la Alemania de los años veinte y treinta, cómo sufriría el lavado de cerebro de Hitler; si sería capaz de sobrevivir mentalmente siendo una buena persona. En Afganistán me topé con gente bien intencionada que lo único que conocían era la guerra. Puedes ser una buena persona, independientemente del uniforme que lleves. Intenté reflexionar sobre la complejidad de tomar las decisiones morales correctas en un contexto de presión total. También analizo la condición del artista cuando éste está vigilado por el poder mediante la historia de Shostakóvich. Aparentemente yo he sido vigilado (y aún lo estoy siendo) por el FBI; estaba escribiendo un artículo sobre privacidad y tras una búsqueda me topé con mi propia ficha. Al parecer los del FBI son unos críticos literarios bastante estúpidos, ya que a partir de uno de Fathers and Crows, donde hablo del enfrentamiento entre los Iroquois y los jesuitas hace siglos, me tildaron de “simpatizante de cara a los nativos y terrorista potencial”, entrando en listas de sospechoso de ántrax y Unabomber. Shostakóvich en su séptima sinfonía plantea el tema de la falta de “inteligencia” en los servicios inteligencia, más idiotez institucionalizada que otra cosa. Se enfrentó a muchos desafíos en el marco de su expresión y autorrealización. El artista en una situación política: generalmente no tendrá necesariamente dotes para la política (al ser “bueno” en otras cosas, así que la política puede utilizarlo.
Whores for Gloria / The Royal Family
Las prostitutas han sido mis amigas, mis compañeras, mis maestras, mis curanderas. La prostitución debe legalizarse, regularse sanitariamente y se deben cobrar impuestos. Así como los policías son expertos en gente que miente, y por lo tanto son de naturaleza cínica, las prostitutas son expertas en la sexualidad –tienen un íntimo conocimiento de un aspecto que todos compartimos. La mayoría de relaciones que mantenemos a diario presentan un grado de prostitución: cuando tienes que complacer a tu jefe, a tu profesor, o a tu pareja. Deberíamos conceder que las cosas son así y aceptarlas.
Kissing the Mask / The Book of Dolores
Me encanta el teatro noh japonés, llegado a los EEUU gracias a Fenollosa y Pound; historias de apego y amor y algunos fantasmas. Estuve en Japón y entrevisté actores de noh. La máscara es lo más importante, lo es todo: es muy inquietante ver a hombres de sesenta, setenta años ponerse una máscara femenina que tiene doscientos años, vestir un kimono y salir al escenario a desprender feminidad. Me fascinó la idea de este cambio de género tan basto, qué significaba esta interpretación de la feminidad sin pasar del todo al otro género. Así pues empecé a vestirme como mujer; me miraba al espejo y me preguntaba, ¿quién es esta mujer tan fea? Una experiencia extraña, el imaginarse a ti mismo siendo del otro sexo. Entendí lo terrorífico que era salir fuera, por las calles, y sufrir el ataque de los hombres. Quería entenderlo de forma personal, más que intelectual, y fue una experiencia agradecida.
Palabras de apertura que nos sirven como cierre
“¿Qué tipo de persona sería si perdiera el tiempo sin intentar ser más? Cada libro es diferente del anterior porque si algo te resulta demasiado fácil, es un error. Aquellos que crean que se pueden dar respuestas fáciles a grandes problemas como la pobreza o la guerra se equivocan, pues estas cuestiones sólo albergan nuevos interrogantes.” Lo más triste es volver a casa, a mi vida privilegiada. Una vida donde puedo cocinar, donde tengo agua corriente, etc. No merezco vivir así más que cualquier otra persona, y pienso en ello, sintiéndome avergonzado y desalentado. El regreso siempre es triste.”
Texto: Xavier Gaillard
Fotos: Ismael Llopis
