Como cada año llegó el Salón del Cómic a Barcelona. Ahora su 33ª edición desde el jueves 5 al domingo 8 de mayo. Vamos con la lluvia dominguera, que no impidió que cientos de personas hicieran una fila, que aunque avanzaba rápido, no te quitaba una media hora bajo el agua. Como en la edición pasada, se dividió en dos pabellones. La emoción de entrar a otra dimensión de la fantasía comenzó cuando te encontrabas con los coches donde se inspiraron los cómics, por lo que te podías topar con un Cadillac como él de Black Sad, el DeLorean de Back to the Future, o el modesto Seat Panda que también tiene su gracia. A los autos les acompaban de exposiciones de las creaciones originales donde podías contemplar y disfrutar los trazos y el pulso de los autores. Entrando al segundo pabellón ya te ponías incluso más en ambiente con las pulsaciones que te arrancan los poderes de nuestros ídolos. Además de la clásica sección de merchandising y de las grandes editoriales estaba la sección de cómics independientes, como el de Bouman, este año su Paranoidland fue nominado al premio del Mejor Fanzine, el premio fue para el Fanzine valenciano Nimio.
La temática de exposiciones se extendió a un homenaje a Enrique S. Abulí, el creador de los guiones de entre otros de Torpedo 1936. Y el festejo a los 25 años de Ibáñez, el sempiterno autor de Mortadelo y Filemón. En la parte central una muestra de las clásicas superheroínas desde Fantomah, creada en 1940, Wonder Woman, Canario Negro, Mujer Invisible, Viuda Negra, Tormenta, Ms. Marvel, Orquídea Negra o Supergirl, tenías para elegir el súper poder que a ti siempre te hubiera gustado tener. El público ahora fue más variopinto y de los superhéroes escogidos para los cosplays llenaron varios rincones del recinto; desde la Hiedra venenosa, Mystica, Arale, varias versiones de Joker (el “guasón”), Soldado de invierno, Tintin y el capitán Haddock y entre los preferidos la de Harley Quinn y la vista podía irse a muchos más como de video juegos, de series manga y un poco de todo. Diversión, alegría y mucho colorido se presenciaron en un ambiente donde te sumergías a mundos propios, clásicos y nuevos con gran deleite y admiración.
Texto: Carolina Hernández
Fotos: Ismael Llopis
