Visitantes, Marisol Salanova

1

 

Le pedí amistad  a Marisol Salanova en el FB al leer un comentario inteligente en el muro de una amistad común. Ella, como la persona abierta y simpática que es, me aceptó pronto. Aquel comentario no era una excepción, su muro está lleno de cosas propias y ajenas siempre estimulantes. Detrás de ese nombre tan de artista y una imagen muy poderosa y sensual hay una filósofa y editora feminista que también es crítica de arte y comisaria de exposiciones. A pesar de juventud ya ha publicado el extenso ensayo Enterrados. El ocaso de los cuerpos y antes Postpornografía. Escribe en diferentes medios naciones e internacionales, ha impartido talleres y seminarios en universidades como las de Oxford, Brighton y Berkeley.  Asimismo forma parte de la sección VOCES del Festival SOS4.8. Y después de este extenso e intimidante  curriculum solo puedo decir que cuando finalmente la conoces en persona es divertidísima y sencillamente genial.

 

Para que podáis ver algo de su trabajo Marisol nos presta el artículo que publicó en  la Plataforma de Arte Contemporáneo PAC,  El crítico de arte: de enterrador a enterrado:

Cuando Elena Vozmediano tuiteó su artículo en El Cultural El fondo del espejo de David Ferrando Giraut me entraron ganas inmediatamente de ir a ver la exposición de David en Bacelos, así que como estaba de visita por Madrid consulté el horario y me acerqué a Dr. Fourquet, esa noche inaugurábamos cerca, en el Hotel Urban, una intervención artística sobre la fachada acompañada de un texto mío. Comprobé que la galería no estaba abierta y me dí una vuelta por otras salas, salí a tomar café, pasé la mañana haciendo tiempo, merodeando, realmente influenciada por la maravillosa crítica, deseosa por ver la muestra de un artista cuyo trabajo conozco bien desde sus comienzos. La galería no abrió, era la hora de comer y mientras marchaba de vuelta al hotel respondí al tuit de Elena: “Buen texto, ganas no me faltan pero está cerrado :_(“. A la tarde regresé y vi la galería abierta, entré y restaban apenas quince minutos para cerrar. “La veré rápido, no es problema” dije, “Venga, es que llevamos desde las diez de la mañana y son las siete de la tarde” me contestaron. “Pues la verdad es que no. No habéis estado aquí esta mañana…” Expliqué mi aventura tuitera y me pidieron que por favor borrase el tuit, que estaban agotadas después de MACO, es comprensible, recién llegadas de México, por eso no habían abierto por la mañana, rectificaron, pero que si dejaba ese comentario en redes sociales les podía perjudicar. Me precipité a borrarlo, hasta me sentí mal por un momento y luego pensé ¿Por qué? No creo que tenga tanta influencia un tuit, ¿O sí? No lo había hecho a malas, solo estaba siendo sincera e interactuando como cada día pues, no veo por qué negarlo, soy adicta a las redes sociales. Pero no ejerzo de crítica en las redes sociales, ¿O sí? Probablemente sí. Probablemente el crítico, cuando es considerado crítico en algún lado, todo lo que escribe es susceptible de ser crítica, le estén entrevistando, mandando un tuit, instagrameando una foto o poniendo un “me gusta”. De pronto estaba viendo flotar un iPhone e intentando borrar las huellas de una crítica que había volcado de forma inconsciente.

Entonces, ¿quién es crítico? ¿Cómo se hace un crítico y por qué? ¿Dónde? ¿Para qué? ¿Es lo mismo un crítico ayer que hoy? Puedo hablar de mi caso, me remitiré a mi propia experiencia por si pudiera, a partir de la misma, dilucidar alguna de estas cuestiones. Me licencié en Filosofía y actualmente me encuentro realizando un doctorado en Bellas Artes, podría decirse que mi formación vital, académica y profesional ha estado muy orientada hacia la Estética así que además de comisariar exposiciones, asesorar y trabajar en gestión cultural, lo de escribir sucede de una manera natural, por una suerte de armonía preestablecida leibniziana. Escribo ensayo y crítica de arte para varios medios en papel y en digital como por ejemplo el magazine Turn On Art de Ivorypress, la revista de arquitectura y diseño Arquine México u OCIMAG. Asimismo a menudo me encargan textos para catálogos o colaboraciones en periódicos, blogs, plataformas de difusión… Cuando recibo un encargo, cuando no soy yo quien elige al cien por cien sobre qué escribir, si la propuesta no me interesa declino la invitación, tal vez por eso la mayoría de críticas que escribo no sean negativas si no positivas, en cualquier caso constructivas. Escribo sobre aquello que me sugiere algo, cuando siento que tengo algo que decir, que aportar, lo hago cuando para mí tiene sentido.

Mientras montaba en la galería Espai Tactel de Valencia INCOMPLETÚDES, la exposición colectiva de Rosana Antolí, Vicky Uslé y Ana Barriga que comisarío este mes de marzo 2015, pocos días después de volver de ARCO, donde por segundo año participé como expositor con el stand de la editorial que dirijo (Editorial Micromegas, dedicada a la publicación de ensayo de arte contemporáneo), comentaba agotada que tenía pendiente el presente texto para Ensayos Absolut de PAC. Vicky, decidida, apuntaba que se leen muy pocas críticas negativas hoy en día, por no decir ninguna. En seguida salió el tema de las listas, qué pasa con esas listas de los artistas que están y los que no están, los que se supone que van a triunfar y no hay que perderles la pista, los que alguien decide ensalzar por algún motivo puntual (siempre existe un motivo). Mi teoría inicial es que, efectivamente, se escribe poca crítica negativa porque uno trata de escribir sobre lo que le apetece o le gusta, aquello que en verdad le motiva, sin duda es un ejercicio creativo. Si no gusta a bote pronto pasa, solo cuando algo desagrada radicalmente, provoca una sensación tal, que quizás incluso gusta, incluso da vidilla, y arroja al escritor frente al teclado aunque aborrezca lo visto, para indagar, para analizar, para quejarse, yo qué sé. Todos somos críticos de alguna manera, no me trago eso del intrusismo profesional en este campo, confío en la interdisciplinariedad, la apoyo.

Sin embargo me doy cuenta de que esta teoría de por qué hay cada vez menos críticas negativas se queda corta delante de las dichosas listas. Me recuerda el hecho de que hay críticas aparentemente positivas que esconden negatividad y las hay negativas que consiguen una respuesta positiva. Incluso una crítica negativa es capaz de llevarnos a visitar la muestra por curiosidad morbosa a la par que una crítica presumiblemente positiva puede ir cargada de malicia. Resulta que esas listas son críticas positivas que tratan de ayudar a posicionar ciertos nombres en el panorama artístico nacional o internacional, en principio intención muy loable, pero en las listas no caben todos; ni están todos los que son ni son todos los que están. De manera que al incluir o no a alguien en la lista de jóvenes promesas o de artistas en alza se corre el riesgo de, voluntaria o involuntariamente, marginar, desanimar, excluir, hundir, a los que pertenecen al mismo ámbito o área que quienes aparecen pero no están en ellas y se preguntan por qué. Parece que el dedo del crítico que te señala tiene el poder para elevarte o hundirte, cualidad que creí extinta hace tiempo. Hubo un tiempo en que el crítico ostentaba mayor poder, un poder que por suerte ahora está diluído pues había quien lo usaba para condenar al ostracismo a los que no le hacían favores y ensalzar a los que sí entrando en una especie de chantaje tácito.

El fenómeno de la crítica en redes sociales pienso que ha dinamitado el estatus del crítico en ese sentido, que nos ha venido muy bien a todos. Los bloggers analizando, narrando, reseñando y criticando exposiciones y eventos por doquier tienen mucho que aportar, ocupan un papel tan importante que hasta ferias como ARCO les dedica una sección. ¿Dónde causó mayor revuelo el vaso medio lleno de Wilfredo Prieto durante la última edición? ¿En los pasillos de la feria? No, en Twitter sobre todo. Que cualquiera pueda tuitear su opinión es democrático, estimulante y positivo siempre que no se incite al odio o promueva algún tipo de manipulación. Está claro que cualquier texto online no es una crítica formal pero expresa una opinión, señala algo que merece atención. Es importante la permanencia de los medios especializados en papel o formato digital pero con rigor. La crítica hoy aporta un punto de vista, una visión más, no dirige la mirada del espectador como en tiempos pasados ya que existe mayor pluralidad y más acceso directo a la información. Para mí la crítica también forma parte de un proceso creativo, como decía, si bien es cierto que un artículo crítico o un ensayo no es narrativa o poesía puede estar empapado de ellas y calar más o menos en los lectores, provocarles una sonrisa, un interés, empujarles a tomar un autobús o un avión para viajar hasta una exposición que tal vez cambie algo en ellos, no les deje indiferentes. El arte alimenta, el crítico se nutre de él y propone una cata al lector.

honesta que vale la pena conocer pero que a veces se la meriendan por el camino o le merman los ánimos. A mí me hierve la sangre cuando presencio una injusticia, lo he contado en más de una entrevista, y si veo que un joven artista es destrozado por un crítico que tal vez lo deja paralizado o hecho polvo me enciendo, porque los comienzos nunca fueron fáciles para nadie, pienso que hay que animar a crecer, a evolucionar, perfeccionar, aprender. Disfruto construyendo, dando pequeños empujoncitos a quien lo requiere, detesto a los que por contra destruyen para sentirse reafirmados. Quizás si damos rienda suelta a nuestra creatividad y alentamos a los demás nos enriquezcamos al menos de positividad. Opinar es un ejercicio de libertad que no debemos dejar de practicar pero qué dirán los otros no ha de afectarnos en desmedida. Las redes sociales proporcionan anonimato o una distancia física que puede convertirse en distanciamiento moral y se lanzan hachas sin pensar en el daño provocado. La educación es clave para saber discriminar entre opiniones, cuáles tomar en serio y cuáles pasar por alto. Cuanto más éxito más celos y más piedras aparecen en el camino, pues aprender a gestionar lo que las otras personas proyectan sobre nuestra imagen ayuda a mantenerse firme, seguir adelante y valorarse. Se trata de hallar el equilibro entre asumir las críticas y quererse a uno mismo sin caer ni la depresión ni en el narcisismo. Así que la crítica de arte está bien, es necesaria, es útil, pero el crítico no ha de ser en ningún caso un “enterrador” de artistas o de obras, no debe silenciar o sepultar el trabajo que con esfuerzo realizan los demás, tiene que ser responsable, honesto y respetuoso, con esta consiga creo que se puede triunfar en cualquier ámbito, de hecho: responsabilidad, honestidad y respeto. Es lo que me exijo a mí misma como crítica y la base desde donde espero que se escriba lo que leo.

 

Texto: Marisol Salanova

Fotos: Ismael Llopis

Be first to comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.