De paseo y un poco más estuvimos este domingo durante más de cuatro horas caminando entre los pasillos del Salón Internacional del Cómic de Barcelona y nos supo a poco. Lo primero a la vista es que este evento llega a su edición número 32. Después encontramos que este año el salón era más grande, se dividió en dos pabellones de la antigua Feria de Plaza España. En el primero nos topamos con auténticos vehículos militares de la época, jeeps de guerra o de la Cruz Roja, y aunque no estoy muy segura el tanque que estaba ahí creo que era el mismo que tiene Arnold Schwarzenegger en Will It Crush? Estaban incluidos en dioramas y con personas disfrazadas con los trajes de su tiempo. También había uno de unos 20 metros cuadrados donde podías ver la representación de una escena de la segunda Guerra Mundial. Entre medio se podían ver las exposiciones de los cómics ad hoc de los acontecimientos bélicos.
Entramos al segundo pabellón, el más concurrido, ahora los disfraces cambiaban, te encontrabas a Blancanieves o a la bruja mala de Alicia en el país de las maravillas, o a el Spiderman cuando se convierte en malo, o la Sirenita, o muchos personajes manga. En este Palacio estaban los stands de las principales editoriales españolas e internacionales dedicadas al cómic, que demuestra la salud del género en este país. Además de libros, un mundo lleno de merchandising y exposiciones dedicadas a creadores del cómic como el de Purita Campos y su famosa Esther, o bien, paneles dedicados a Wolverine, la evolución en el tiempo de Batman, de Popeye, de HellBoy, entre muchos otros. Desde el jueves 15 de mayo hasta el domingo 18 por las calles de Avenida María Cristina pasearon miles de personas, niños, niñas, jóvenes, público de todas las edades que concurrieron a un evento cargado de ilusión y de juego. En definitiva, una desconexión total intentando quedarse con algún súper poder para aterrizar de nuevo al mundo real del día de mañana.
Texto: Carolina Hernández terrazas
Fotos: Ismael Llopis
