Certezas Desconocidas (E. Morris)

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¿Qué puede decirse de esa sonrisa? ¿Ha existido alguna risita tan irritante, magnética y vomitiva? Tras pasar mi pubertad en los años de la administración Bush, que coincidieron con la solidificación de la web (o, como diría Dubya, las “autopistas del Internet”), recuerdo claro ese bombardeo mediático de caras Rumsfeld. Eran rostros o bien de hombre viejo serio intelectual o bien de travieso endiablado. Por fin  estas últimas se han convertido en su aspecto más natural. Tiene  pinta de mamoncete,  está a la par de todo el desfile de pazguatos que formaban el equipo de W. Y aunque lo acabaron despidiendo, después de sufrir su cara nos quedamos con el sentimiento incómodo de que de algún modo, “se salió con la suya”. Pero no se equivoquen, este no es un show de “a ver cuando cede”, ni tampoco intenta Errol Morris (o como mínimo no consigue) romper a este tío. Rumsfeld permanece la mayor parte del tiempo orgulloso y autocomplaciente, casi no hay ningún quiebro colándose en su expresión facial. Como tal, Certezas Desconocidas no es un caldeado debate dialéctico, ni un intento de “humanizar” o redimir esta persona (encontrar su esencia – ¿qué pasa si no hay ninguna?) sino más bien un intento bastante interesante de entender el valor y el poder del lenguaje en la política.

En efecto, el aspecto más intrigante del film es cómo Rumsfeld y Morris se embarcan en esta curiosa conversación sobre la problemática lingüística que supone el debate político. El ex secretario de defensa, quien asegura haber escrito millones de memorándums en sus varios años de servicio, siempre parecía obsesionado con encontrar la palabra “correcta” para cualquier situación, y frecuentemente jugueteaba con el lenguaje (con más maña que George W.) con tal de “distraer” al público general, como la infame y mierdosa distinción “filosófica” entre: lo conocido desconocido, lo conocido conocido y lo desconocido conocido. Esto fue lo que se sacó de la manga cuando le preguntaron sobre armas de destrucción masiva (o su juego con el orden de la frase, saltando de “ausencia de evidencia” a “evidencia de ausencia”). Por supuesto los “grandes éxitos” se centraban todos en el conocimiento – o más bien, la falta de él. Esto es algo que los ciudadanos americanos se preguntarán para siempre: ¿qué es lo que sabía este hombre si es que en realidad, sabía algo?

Morris conoce el valor de las palabras: nos enseña detenidamente, en primeros planos, la cantidad enorme y absurda de comunicados que producía.  Rumsey los llamaba “copos de nieve”. Cuando tratamos de charla política, es evidente que algunas palabras o conceptos quizás signifiquen un  algo para gente concreta mientras que para el resto despiertan otras interpretaciones, a veces muy diferentes. Por supuesto eso es la grandeza del lenguaje, siendo al mismo tiempo la principal vía de escape del político – sus malabares. En el documental de Morris The Fog of War, Robert S. McNamara menciona el siguiente principio: Nunca respondas la pregunta que te lancen. Responde la pregunta que te hubiera gustado que te hubieran lanzado. Sabias palabras que Rumsfeld sigue religiosamente. Morris sabe que todo es lenguaje, y cerca del fin del film hay una excelente fragmentación visual de las frases de Rumsey, que acaban cayendo en un agujero negro para acabar formando un océano de letras.

El documental continua la fascinación de Morris con los individuos o elementos “secundarios” de la sociedad americana. Cada vez se muestra más interesado con la política de su país, si bien continúa optando por los “hombres en la sombra” más que por los destacados ejecutores del poder (en este caso, el Presidente). Igual que en The Fog of War y Mr. Death, su foco continúa estando en tipos controvertidos y socialmente criticados – y como bien sabemos, siempre es más difícil (en cualquier medio, ficción o no) retratar atractivamente el odio de masas. Pero mientas que McNamara parecía mostrar signos de arrepentimiento en varias de las áreas de su pasado (como si hubiera revisado sus errores), Rumsfeld es más similar a Fred A. Leuchter: son personas que parecen haber construido su propia realidad y viven en sus pequeños delirios particulares, incapaces de captar el mundo real. Abnegación es la palabra. Hay un par de momentos en los cuales Morris fija la cámara en Rumsfeld durante un buen rato, después de que éste haya respondido a una pregunta: su expresión relajada, de gallito, en silencio,  quizás es más reveladora que mil palabras. En una de esas ocasiones, estaba hablando de conocer a Saddam Hussein y comenta como le parece que el  líder de Irak probablemente fingía, representaba. Morris continúa filmando a su Certidumbre, como discretamente rebotándole el comentario hacia él.

Aunque Morris no demoniza o condena Rumsfeld, es evidente que hay un leve aire de hostilidad hacia el hombre. En dos o tres ocasiones el director parece genuinamente perturbado por los comentarios de su entrevistado – como cuando Rumsey asegura que él nunca vio ningún comunicado de torturas, a lo que Morris responde con un honesto ¿¿en serio?? Pero no puede hacer mucho, ya que el hombre no cederá – así que tampoco hay tanto valor periodístico que pueda excavar. También el problema es que Rumsfeld no es tan cautivador como McNamara (o Leuchter, de hecho). Tiene este tufillo odioso, que siempre vende, y el film repasa su carrera política, que es bastante interesante y no tan conocida, pero a la larga es incapaz de ofrecer comentario político profundo, innovador (o perlas de sabiduría como McNamara) – en parte porque no es consciente de sus propios errores y eso es, por supuesto, algo importante para reexaminar la historia.

Morris utiliza bien la tecnología “interrotron” que inventó para The Fog of War (de este modo el entrevistado mira directamente a cámara). Certezas Desconocidas no resulta tan fresco, el estilo es  un refrito su documental anterior. A la larga se convirtiendo en una secuela espiritual.  Trata sobre el mismo tema (el desconocimiento) y también está protagonizado por un tío que se encontró en la picota en una situación compleja y la cagó. ¿Quién es el siguiente? ¿Alguien quiere desenterrar el cadáver de Nixon y arrojarlo en el interrotron? ¿Qué tal Kissinger? Mejor utilizarlo antes de que la diñe…

 

Texto: Xavier Gaillard

Cortesía de: Eyehole Surfer

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