¡Muéranse de envidia madriles!

Barcos 1

 

La gaviota cabecinegra (Ichthyaetus melanocephalus) clavó su pico en el agua y en dos segundos su lengua ya saboreaba el frescor y salado sabor del pez, ahora pescado, que tenía entre sus picos. El alce de su vuelo apenas se divisaba. Junto a ella, tres más. Así hasta que nos vieron y desaparecieron del mapa. Tan rápido y tan sorprendentemente cerca.

Este es uno de esos acontecimientos románticos que puedes ver a bordo del velero Ciutat de Badalona por solo 12 euritos. Es un pequeño velero que fue construido en 1929 en Dinamarca, pero no fue hasta el año 2006 que se transformó el interior para pasajeros, antes transportaba patatas y legumbres en El Mar del Norte.

Desde entonces puedes apuntarte a las salidas que hacen cada 15 días (ver link)

Barcos 2

Tienen dos tipos de salidas: la primera se llama ¡Va de piratas! Que es para nenes y nenas. La otra consiste en el reconocimiento de las aves marinas en el litoral de Barcelona. El barco zarpa a las 11 horas y durante dos horas se pueden observar varios pájaros hasta entonces desconocidos por nosotros. Al principio, puede parecer que las aves no aparecen. Hay que esperar tan sólo un poco, justo a la mitad de la travesía, los primeros nervios ya pasaron, el barco se detiene por unos minutos, el viento deja de soplar y de pronto cientos de gaviotas comienzan a girar y girar en torno a la embarcación. Es el atardecer, un escenario donde la vida misma se refleja.

El puerto de Badalona está a sólo unas paradas de metro del centro de Barcelona.

Se puede llegar por la línea morada (L2) cerca de la parada de Gorg.

Barcos 3

 

Pero no sólo Badalona tiene su barco. Del Port Vell de Barcelona zarpa el Pailebot Santa Eulàlia que en 1919 era conocido con el nombre de Carmen Flores. Durante más de 80 años era también un barco carguero. Cambió de nombre y propietario muchas veces: Puerto de Palma o Cala San Vicenç, Sayremar. Con esta prosaica función lo encontró el Museu Marítim de Barcelona, que en 1997 lo adquirió en subasta. Lo restauraron y se le llamó Santa Eulàlia como a la patrona de la ciudad que descansa en una cripta de la catedral.

Barcos 4

 

Viajar en el Paliobot consiste en una travesía por el puerto que dura tres horas, donde puedes mirar desde varios ángulos la ciudad de Barcelona y comerte un buen bocata para llegar a tierra relajado, tranquilo y maravillado. También por 12 euros. (ver link)

Si disponen de más de 12 euros y desean tener una fiesta singular –o una boda– hay una tercera opción estupenda en el Port Olímpic: la goleta Kayra. (ver link)

Allí se puede ir a parar cuando se gana un sorteo internetero de la ginebra Plymouth. Durante cuatro horas se imparte un garbeo con clases sobre la navegación, cómo manejar una brújula, la gastronomía en altamar, el arte de la destilación de la ginebra y hasta un taller de cabuyería, que es hacer diferentes nudos, marineros claro. Es un barco cómodo y hermoso. Bastante más burgués y tranquilo que los otros dos y se alquila regularmente a particulares y empresas.

Barcos 5

 

En el viaje con el Kayra nos encontramos anclado el yate del millonario Abramóvich, tan enorme como pretencioso. Por aquellos días también estaba la réplica de la nave Victoria de Magallanes y Elcano junto a la réplica de un galeón del siglo XVI. El Port Vell se veía bien curioso.

También visitaron Barcelona dos hermosos veleros más: Primero el Buque Escuela Cuauhtémoc, que es de la Armada de México en la cual los elegantes cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar realizan sus viajes de práctica con blanquísimo uniforme. Anclado a pleno sol, los cadetes te daban la bienvenida y te invitaban a conocer las instalaciones donde viajan días y meses enteros recorriendo los siete mares. (ver link)

El segundo es el Creole un barco tan bello como maldito cuyos propietarios han sido víctimas todos del infortunio. El último Maurizio Gucci. (ver link)

Ha vuelto la primavera y los veleros vuelven a salir. Es una experiencia que no hay que dejar pasar. Así que tómate una Biodramina y a zarpar. ¡Muéranse de envidia madriles!

Texto: Carolina Hernández Terrazas

Fotos: Ismael Llopis

 

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